HOTEL INCA BOUTIQUE

Alfaro-Manrique Atelier ha procurado diseñar una historia en el centro de Zaragoza, desde la creación de ese jardín interior (ese jardín de invierno que nos habla del paisaje natural que rodea la ciudad) y a partir de ciertas pinceladas de su historia, hasta culminar en unas habitaciones limpias en blanco, en las que se desenvuelven formas blandas y acogedoras en una gama cromática ordenada. En definitiva, poner en valor un hotel existente con una intervención que nos hable mediante el diseño.

En una de las calle más céntricas de Zaragoza, pegado a la Plaza del Pilar se encuentra el Hotel Inca Boutique, antiguo Hotel Inca, con una historia de muchos años a sus espaldas y que en Marzo de 2021 reabre sus puertas con un nuevo enfoque totalmente diferente, tras su compra por parte de Docar Hotels, originarios de Huesca y previamente inversores en hoteles que tenían en arrendamiento que con esta primera “aventura” arrancan su propia cadena como operadores de hoteles boutique urbanos, apostando un diseño diferenciado, ubicaciones estratégicas y un concepto personal y arraigado al lugar; tanto el del propio edificio como el del origen de la cadena, Barbastro en Huesca.

Más que nunca la importancia de lo particular, de lo específico, de lo personal cobra importancia en los hoteles; y con esa búsqueda de la experiencia singular es con la que desde Alfaro-Manrique Atelier afrontan el reto de devolver el hotel a la ciudad, con esa búsqueda incansable del detalle y de las sensaciones de cobijo y calma que eran el foco del proyecto en un espacio excepcional. El diseño hace referencia no solo al lugar donde se encuentra, no solo a la mirada, sino también a los sentidos, a las percepciones y sensaciones que este nos genera al pasar el umbral de la puerta; lo visual como inicio, el olor personal incluido el de la abundante vegetación, el tacto de los tejidos suaves aterciopelados y las mullidas alfombras, el sonido de la proyección de video arte de recepción, y el gusto de los productos exclusivos de la zona de origen de la propiedad que se podrán comprar en él y degustar en la zona de bar unida a recepción.

La ubicación del hotel, el edificio histórico, por un lado, dieron al estudio las primeras premisas para mantener un enfoque señorial lo que, junto con la vocación de la propiedad de vinculación con lo natural, con lo auténtico y lo local tanto del propio edificio como de su origen, Huesca, es lo que dirigió el diseño del proyecto, siempre con el filtro contemporáneo que caracteriza a Alfaro-Manrique Atelier. La narrativa del proyecto comienza desde el exterior, donde todo el panelado de madera existente y puertas, así como marquesinas se ha pintado en negro, para generar un primer impacto y anticipar lo que va a ocurrir en el interior. Al acceder nos encontramos con todo un paisaje interior donde la vegetación junto con la geometría son los protagonistas. Un escenario marcado por el gran cortinón de terciopelo azul que delimita el espacio del lobby y que abriéndolo lleva a las habitaciones o hacia el restante externo situado en planta sótano. Una alegoría teatral a los pies de ese jardín.

Zona de recepción

El jardín es el espacio común que busca reinterpretar y recrear el paisaje exterior, e interpelar a la simbología que tiene en la historia de Zaragoza el jardín musulmán y la iconografía religiosa reflejada en la arquitectura de la Basílica del Pilar; recreado con las formas rotundas que definen los elementos diseñados, desde el mueble de recepción, a gran mesa polivalente con la lámpara Danaus de Alfaro-Manrique Atelier sobre ella, o los maceteros-escultura Milán, diseño del estudio también.

Neones con el nombre del hotel y del restaurante, un jardín vertical de corcho y musgo como corresponde a ese origen pirenaico de la familia propietaria, alfombras geométricas también y una proyección de video arte sobre la pared, nos acaban de formar todo este espacio polivalente, que es al mismo tiempo recepción, zona de coworking o estancia asociada a la cafetería de la zona gourmet integrada en el mismo ámbito. Y sobre él, las tres grandes lámparas Circe, con un diámetro de 2 metros y fabricadas con revestimiento textil con el mismo terciopelo azul usado en otros puntos, nuevamente según un diseño de Alfaro-Manrique Atelier. Tanto para la zona de coworking como para la de living, las sillas y butacas de la serie Magnum de Sancal, dado que con sus formas redondas y potente geometría cierran el círculo compositivo completo.

Zona de coworking

En las habitaciones, amplias y con techos altos, apostaron por mantener la distribución, pero cambiando totalmente el interiorismo, así como la gama cromática. Buscando esa serenidad, confort y amplitud, son formas geométricas sencillas, curvas, ciertamente femeninas y cálidas; de tejidos ricos en los tapizados como son los terciopelos que destacan sobre las paredes blancas con una geometría en gris en diagonal; y el contraste con los el mármol negro que aparece en elementos como el escritorio, al igual que el resto de piezas, excepto sillas y butacas que son de Casual Mobiliario y de Crisal, diseñado a medida en el estudio. La armonía y domesticidad que proporciona el armario de lamas blancas es fundamental para acabar de cerrar el ambiente buscado. Un banco maletero que a la vez es una butaca, una gran cama con un cabecero que ornamenta y abraza, pero al mismo tiempo tiene la suficiente entidad para estar sentado sobre la cama y trabajar desde ella, un escritorio que es una mesa auxiliar, taburetes que sirven de reposapiés de butacas o como asientos complementarios, la flexibilidad que demanda el uso es la que se ha trabajado en los elementos.

Habitación con cabecero tapizado

La ambientación final en las habitaciones la hemos hecho con unos grandes elementos tapizados con son al mismo tiempo pantallas de absorción acústica, usadas también en los pasillos, y que se colocan en las diagonales grises de pared de las habitaciones, remarcándolas y produciendo ese contraste y efecto sorpresa que todo proyecto nuestro busca. Van combinadas con unas pequeñas láminas de diseño gráfico desarrolladas en el Atelier también, con diferentes tonos según los que aparecen en las diferentes plantas del proyecto. Nuevamente, la personalización del diseño y la experiencia que aporta llevada al extremo. La iluminación es otro elemento característico, nuevamente depurada pero cálida, diseñada en latón, negro y con globos opales blancos.

Láminas diseñadas por el estudio

En esta misma búsqueda llevada en conjunto por la propiedad, de apostar por lo vinculado a lo local y lo nacional, tanto la obra como el equipamiento han sido llevadas a cabo por empresas localizadas en su lugar de origen; Barbastro en Huesca. Alfaro-Manrique Atelier ha procurado diseñar una historia en el centro de Zaragoza, desde ese jardín interior, ese jardín de invierno que nos habla del paisaje natural que rodea la ciudad y a partir de ciertas pinceladas a su historia, hasta unas habitaciones limpias en blanco, en que se desenvuelven formas blandas y acogedoras en una gama cromática ordenada. En definitiva, poner en valor un hotel existente con una intervención que nos hable mediante el diseño.

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