BRUTUS

Un espacio contundente y al mismo tiempo cálido, rudo pero amable. Brutus es totalmente nuevo y al mismo tiempo fiel a su esencia brutalista

Un restaurante italiano ubicado en un edificio que destaca por su color blanco. Un edificio que forma parte de otros 6 con los que comparte una historia y un proyecto, el proyecto Gomila. Este proyecto, que toma su nombre de la plaza Gomila, se ha puesto en marcha para recuperar uno de los barrios más emblemáticos de Palma, el Terreno.

Inspirado en la arquitectura brutalista de los años 50, Brutus es un espacio contundente y al mismo tiempo cálido, en el que se ha respetado su estructura vista de hormigón, las texturas ásperas y los tonos grises.

La familia Fluxà, propietarios de la marca Camper, adquirió una serie de edificios y solares alrededor de esta plaza, centro de la vida del barrio, y pidió a los arquitectos GRAS y MVRDV que desarrollaran un proyecto de revitalización. Hasta la década de los 80 el Terreno fue un barrio con una intensa vida nocturna, frecuentado por prestigiosos artistas y escritores, pero en las últimas décadas había sufrido un claro deterioro. Gracias al proyecto, hoy nos encontramos con hay 7 edificios con un cromatismo e identidad propia.

Imagen de la fachada del restaurante


Y así, Perico Cortés, una de las personalidades con más experiencia en la restauración en España, le encargó a Sandra Tarruella el diseño de este nuevo restaurante, un local que cuenta con la terraza central del edificio y la planta baja de uno de los bloques. Apenas entrar, una estructura vista de hormigón, texturas ásperas y tonos grises, nos cuentan el porqué de su nombre.

Estructura del techo de hormigón

La inspiración en el Brutalismo, el movimiento arquitectónico de los años 50, es clara, y sirve de punto de partida para el interiorismo. El equipo de Sandra Tarruella ha mantenido y ha hecho protagonista a la estructura de casetones vistos, paredes, suelos y pilares de hormigón.

Los suelos y pilares de hormigón también se han mantenido

El estudio diseñó la cocina abierta prácticamente en su totalidad, y se ubicaron tres grandes barras: la de bar, la de preparación y la de cocinado, en el centro del local. De esta forma, se favorece el dinamismo del espacio, y al mismo tiempo se convierte en un restaurante sin nada que esconder, ya que los clientes pueden ver la preparación de los platos que degustarán.

Cocina abierta en el centro del local

La sala se organiza en base a dos grandes alfombras de gresite, en las que se organizan las mesas para cuatro, seis o dos comensales. También se colocan mesas con bancos para grupos más grandes de clientes. Este espacio se complementa con un salón situado a la entrada, en el que se puede tomar una copa después de comer, o un aperitivo mientras esperas mesa.

Vista de la sala en la que se aprecia la alfombra de gresite

El interior del restaurante está totalmente abierto a la terraza, ya que se ha utilizado carpintería que se puede abrir en su totalidad. La terraza por tanto, es una continuación del interior, con mucha vegetación colocada en macetas a diferentes alturas que por la noche se iluminan, creando un ambiente muy agradable en el que disfrutar del buen clima de la isla. En esta vegetación predomina el algarrobo, como símbolo de lo autóctono con su aspecto robusto, hojas fuertes y fruto dulce.

El interior se abre totalmente a la terraza

El mobiliario, de aire retro, ha sido diseñado a medida por el estudio, utilizando madera de Ipé y Teca. Mesas y bancos visiblemente contundentes que aportan calidez y contraste al aire brutalista. El color se ha incorporado, pintando vigas estructurales, el horno de pizza, las lámparas decorativas y los baños, en un intenso naranja.

Horno de pizzas pintado de color intenso

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