CANOPY CASTELLANA

Jaime Beriestain recoge la esencia de Madrid en su proyecto para el Canopy Castellana by Hilton

El primer hotel boutique de Hilton en España es un homenaje a la vida madrileña y al carácter de la ciudad, un interiorismo vibrante y teatral, basado en la fuerza del rojo.

Un diseño de Jaime Beriestain lleno de carácter, y de guiños a la tradición de los locales de la capital.

Todo al rojo. Y a la alegría, la creatividad, el desparpajo. Y a los telones de terciopelo de los teatros. En definitiva, a Madrid. Porque el Canopy Castellana by Hilton, de Jaime Beriestain es una oda a la esencia madrileña.

Vista de la recepción

Divertida, acogedora, canalla, bulliciosa y nocturna, pero también diurna y llena de energía. Madrid es todo eso y mucho más, y esa quintaesencia es la que ha recogido Jaime Beriestain en su proyecto para el Canopy Castellana by Hilton, donde todo se resume y se ensalza a través del color rojo, el color de la capital.

Lobby con el gran biombo rojo a modo de decorado

Tal como nos cuenta el diseñador, “Diseñé este hotel como si fuera una gran casa y que todas las áreas estén conectadas para sentirse en el mismo ambiente. El color rojo, el hilo conductor que se encuentra en todo el hotel, hace referencia a los teatros, sus butacas y largos telones de terciopelo. Ese momento privilegiado donde todo puede ocurrir. Y mi idea era que eso sucediera con el hotel, que la gente que lo visitara se quedara sorprendida”.

Uno de los puntos teatrales de atención del hotel

Y solo en el primer acto. Porque uno se puede poner en escena, por ejemplo con el sillón rojo y el neón de `Madrid me mata´, porque la recepción es en sí misma el escenario de un teatro, con la gran cortina trasera. “Es cierto que hay diferentes puntos de atención teatrales: el gran mosaico mural de los ascensores, la escalera enteramente pintada de roja que lleva al sótano, el techo de tela tensada que imita a un espejo… Pero todo persigue un mismo objetivo”.

Mosaico mural en los ascensores

La movida como punto de inspiración. “Me inspiré en la época de la movida. Ese momento canalla, entretenido, abierto, culto y transgresor. Lleno de energía y de alegría. Varios artistas y diseñadores gráficos han dibujado escenas o personajes emblemáticos de Madrid para emular la vida artística de esta ciudad”, cuenta Jaime Beriestain.

Arte que refleja la vida artística de Madrid

De hecho, hay varios `códigos estéticos´ de las tabernas madrileñas en el hotel Canopy Castellana: los suelos geométricos de mosaico, la multitud de carteles y dibujos enmarcados, la facilidad para entablar una conversación con tu vecino de mesa… Todo ello para recrear un ambiente personal y lleno de carácter.

Puntos de encuentro Con esta filosofía, y con 314 habitaciones y 12 salas de reuniones (con nombres de artistas de la Movida como Alaska o Mecano), el hotel se plantea no solo como un espacio para trabajar o pernoctar, sino como un escenario en el que vivir.

Vista de la barra

En el lobby se encuentra Canopy Central, un punto gastronómico en el que disfrutar de un menú de temporada y kilómetro cero bajo la batuta del chef Ignacio Martinez. Sin embargo, la joya de la corona se esconde, pero no, en la Planta Z. Porque el entresuelo se convierte en una terraza abierta al público donde disfrutar de música en vivo y comida (casi) callejera de un food truck.

Vista de la terraza y la piscina

En las habitaciones, Beriestain ha optado por colores neutros como grises y blancos, jugando con las maderas y por supuesto, el sempiterno rojo para los detalles. Concebidas a modo de apartamento de lujo, la zona del minibar parece más una cocina moderna, y en la pared del cabecero de la cama se juega con un panelado que simula láminas blancas. Todo un acierto.

Vista de una de las habitaciones

Ubicado en el barrio de Azca, en la plaza Carlos Trías Bertrán número 4, se trata del primer hotel boutique de la marca estadounidense Hilton en España, y ha buscado convertirse en el punto de encuentro (caliente) de Madrid. Es una nostalgia moderna con un homenaje a la vida madrileña de la cual todos tenemos algo. Al fin y al cabo, es la ebullición de la vida y de la diversión.

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