La Vaca y la Huerta es un espacio gastronómico situado en la madrileña calle Recoletos. Como su propio nombre indica se trataba de diseñar un restaurante basado en el producto y este fue el punto de partida del estudio para desarrollar el concepto. El local presentaba dos acabados en los cuales el cliente no quería intervenir, paramentos lisos de pladur y ladrillo visto, por un lado por economía en la obra y por otro por rapidez de ejecución, una de las claves del proyecto. Una vez analizadas estas premisas, la idea era añadir capas de información a esos acabados que formaron un lenguaje y un hilo conductor que dio una nueva identidad al restaurante.
Para generar dicha nueva capa de información, se diseñó una celosía que dejaba ver lo presente y lo dotaba de nuevas características. Esta celosía presentaba una geometría que nacía de la abstracción del mundo de la agricultura y la ganadería. Una geometría en común de estos dos mundos, la geometría de las estructuras perimetrales de cierre presentes tanto en las explotaciones agrícolas como ganaderas. Así, nació una sutil estructura que iba matizando todas las paredes del local. Un lenguaje figurativo que sin ser evidente, te recuerda e insinúa dichas geometrías.
Esta celosía se materializó en madera en las zonas de paramentos lisos y en metal en las zonas de ladrillos vistos. En el caso de la madera es un roble natural y en el caso metálico se completa con dos mallas de diferentes densidades que dieron una nueva textura a las paredes. Dicha estructura metálica se duplicó en determinadas partes para formar la trasbarra o los gueridones de apoyo. A nivel material, el proyecto se completó con acabados naturales como la madera de roble en suelos y zócalos, el yeso en paramentos verticales y en forma textil en el techo con el lino, logrando un ambiente cálido y luminoso, característica muy importante ya que el local posee poca iluminación natural.