El proyecto transforma un antiguo palacio del siglo XVIII en un hotel boutique contemporáneo, con el reto principal de preservar la arquitectura histórica del edificio. La intervención respeta los elementos patrimoniales protegidos y, al mismo tiempo, dota al espacio de una nueva vida a través de un interiorismo contemporáneo con raíces clásicas. El objetivo es crear una experiencia de lujo serena y cálida, que dialogue con el pasado sin caer en imitaciones, conectando el diseño actual con el contexto histórico de forma natural.
Las zonas comunes, como la recepción, los salones y los pasillos, se estructuran en torno a los elementos arquitectónicos originales: muros de piedra, arcos de medio punto y techos altos, que se conservan como parte esencial del proyecto. Las habitaciones ofrecen una atmósfera acogedora y elegante, utilizando materiales nobles como la madera de nogal y la piedra de Calatorao. El mobiliario, en su mayoría diseñado a medida, armoniza con la arquitectura sin perder funcionalidad ni confort.
La propuesta se distingue por una distribución fluida entre espacios privados y públicos, y por la incorporación de luminarias escultóricas que aportan personalidad sin restar protagonismo a la arquitectura. La intervención contemporánea se integra con sensibilidad, evitando alterar la esencia del edificio y generando un equilibrio entre tradición y modernidad. El resultado es un hotel que celebra su historia sin renunciar a un diseño actual, cálido y sofisticado.