Por Gala Mora
“Kanso es un nuevo concepto de hostel”, aclaran desde el propio estudio, “un lugar en el que el compromiso, la sostenibilidad y la experiencia colectiva cobran un nuevo significado. Un espacio en el que tradición y tecnología se equilibran, aportando un marco perfecto para que sea el usuario el que cree su propia experiencia y en el que socializar, descubrir texturas, colores y sabor local en un entorno único e inspirador”.
Una invitación al recogimiento
No hay nada que podamos clasificar como típico en este hostel. El ambiente no resulta expresivo sino más bien intimista, invitando al recogimiento y a la percepción del entorno. Los colores verde, rojo y algo de rosa empolvado se mimetizan con maderas y tejidos acogedores en forma de alfombras o tapizados. Luces empotradas que se proponen iluminar solo lo necesario ayudan a crear ese ambiente tan personal y a la vez tan sofisticado. Todo muy japandi, ese estilo que aúna minimalismo nórdico con pureza oriental.
Por si hay dudas, Stone Designs las aclara: “el nombre de `Kanso´ viene de un concepto japonés que significa la eliminación de todo lo superfluo, donde lo esencial cobra protagonismo encontrando la belleza en la sencillez y la simplicidad de elementos. Un concepto que huye de la tendencia y del exceso. Kanso se centra en las personas y en lo que necesitan para crear una experiencia única y personal, donde la socialización es clave para que Kanso cobre sentido. Un concepto que está perfectamente ligado a nuestros estrictos valores de sostenibilidad, cumpliendo desde la eliminación de cualquier exceso, hasta medir el ciclo de vida del proyecto utilizando el menos número de materiales posible, buscando la trazabilidad de cada uno de ellos hasta la materia prima”.
Una experiencia por vivir
Entrar al espacio es casi como iniciarse en viaje personal. Un lugar que se presenta limpio y sin fronteras visuales, que invita a escribir la historia del sitio ligada al huésped y a la experiencia que se quiera vivir en él. O como dice el estudio, “en Kanso Hostel no ofrecemos un espacio lleno de experiencias, sino que proporcionamos un espacio para que el usuario se convierta en el centro de su propia experiencia, construida a su medida y con el resto de visitantes. La autenticidad no viene de lo que nosotros creemos, sino de lo que cada visitante es capaz de sumar en Kanso Hostel”.
Todo esto se traduce en un interiorismo ligado a lo japonés, desde la elección de sus materiales hasta el protagonismo del concepto wabi-sabi, o lo que es lo mismo, realzar la belleza de lo imperfecto. Para ello se ha recurrido al mencionado color verde que baña todo el local, todo articulado en torno a la madera, todo salpicado en pequeñas dosis de otros tímidos colores como el rosa empolvado, que lo que aportan son “contrastes cromáticos y de texturas, enriqueciendo el proyecto de forma exponencial.
Unas áreas comunes y habitaciones muy especiales
Como no podía ser de otra forma, nada deja indiferente al habitante ocasional que pasa por Kanso Hostel, y de eso se encargan sus zonas comunes y sobre todo las habitaciones. Así, al menos, lo describe el estudio.
“La cafetería es un lugar donde socializar, con mesas comunes y diferentes tipologías de asiento para poder elegir en función de la hora o las necesidades concretas. Un espacio acogedor, cálido, donde el roble nos traslada a la naturaleza alejada de la gran urbe y donde los materiales buscan inspirar y trasladar diferentes sensaciones para estimular los sentidos. El frío del acero inoxidable, la calidez del roble, la textura del mármol verde o de la pared enfoscada rayada, crean un poema visual donde descubrir la virtud de la crudeza y de la sencillez”.
Por su parte, la zona de las literas es un espacio inspirado en el skyline de Ginza en Tokio, “caracterizado por la mezcla perfecta del color verde de los exuberantes arboles del palacio imperial, con la altura de sus edificios de fondo en constante renovación”. De esta forma, las literas representan esos edificios, “en los que las luces de las farolas alumbran con un baño de luz tenue el suelo de la estancia, y donde al cerrarlas, una línea de luz que asoma por sus puertas, crea ese paisaje nocturno, en el que las luces de los edificios nos cuentan cuánta gente trabaja hasta altas horas de la noche”. Un paisaje cambiante y vivo, donde son las personas las que le aportan el sentido y lo hacen funcionar.
