HOTEL AUREA PALACIO DE CORREOS

El nuevo hotel 5* de Logroño ha recuperado una de las joyas arquitectónicas de la ciudad, la antigua sede de correos, referente del estilo neobarroco.

Daniel Isern, al frente de su estudio Isern & Associats, se ha enfrentado al doble reto de restaurar el edificio histórico de la antigua sede de Correos de Logroño, y reconvertirlo en hotel boutique de 41 habitaciones. El edificio, construido en 1932, presentaba daños estructurales graves, y su reforma ha contribuido a la revitalización del casco antiguo a partir de este nuevo polo de atracción.

Por Manel Escacena-Chica

El edificio que data de los años 30 y cuya fachada cuenta con un grado de catalogación, llevaba mas de diez años cerrado, y su desuso había causado serias patologías estructurales. Su interior estaba totalmente apuntalado y no conservaba ninguno de los elementos originales de su etapa en activo. El proyecto conservó las fachadas originales del edificio y el interior se conceptualizaría para albergar un hotel boutique de 41 habitaciones, incluyendo dos junior suite alojadas en los torreones, más zonas comunes compuestas de: lobby-recepción, bar, restaurante, reservado, spa, sala de masajes, gimnasio. aparcamiento y una terraza con vistas a los tejados del casco antiguo.

Fachada original del edificio que se ha conservado

En las zonas comunes, el estudio de Daniel Isern ha reinterpretado el pasado para ocupar el presente. Un núcleo central actúa como eje sobre el que se desarrollan a su alrededor todas los espacios que contienen los servicios. De este modo se logra que la fachada del edificio quede liberada para espacios de uso libre y disfrute del cliente. La entrada al hotel da la bienvenida al visitante a través de un doble espacio que evoca a los antiguos edificios públicos pero generando espacios de descanso que recojan al usuario.

Zona de recepción

El acabado oscuro de la chapa de hierro de los espacios de servicio como la recepción o los buffets contrastan con la luz natural que se contrapone con los tonos dorados del pavimento de granito natural de toda la zona. En este doble espacio se empieza a dejar ver de manera paulatina lo que más adelante uno podrá descubrir y encontrar en las habitaciones.
Unas grandes cúpulas con motivos dorados recrean la época de origen de la antigua sede de correos. En el otro extremo de la doble altura encontramos el área de bar donde el usuario puede vivir de manera privilegiada el ajetreo de la plaza San Agustín.

Lobby con diferentes zonas de descanso

Las zonas comunes lucen materiales nobles como el granito natural, la chapa de hierro, el latón, e introducen parte de la cultura local mediante la exposición de vinos. Recorriendo el núcleo de chapa de hierro, nos adentramos en la zona del Restaurante Matasellos, acotado con un espacio más delimitado y recogido pero igualmente en contraste entre el espacio servidor y el servido.

Zona de bar en la planta baja del edificio

No hay que abandonar la función de nexo de unión desarrollada por la escalera de clientes. Una celosía de madera con pasadores latonados recorre el edificio de arriba abajo y funciona como soporte de un pasamano continuo que desciende desde la planta tercera hasta el aparcamiento del segundo sótano, uniendo el edificio y conectando el lobby con la terraza de la planta tercera con vistas a la ciudad. El cliente, siguiendo la cinta dorada entra desde la plaza hasta reencontrase con ella en lo alto del edificio.

Zona de restaurante con gran presencia de la bodega

Las habitaciones del Áurea Palacio de Correos son un viaje de lo sobrio a lo acogedor. Han sido diseñadas para ser el espacio donde el usuario pueda sentirse como en casa disfrutando de todas las comodidades. El huésped accede a ellas a través de un espacio sobrio de madera y alicatado oscuro. En el mismo acceso encontramos un armario y un maletero así como una zona de escritorio en la que poder trabajar.

Espacio de acceso a las habitaciones

Le sigue una gran cristalera latonada con cristal opal bronceado creando una gran pantalla de luz que actúa como elemento divisor. A la vez se amplifica la sensación de amplitud del espacio gracias a su carácter translúcido, manteniéndose así también la privacidad de cada una de las zonas que separa.

Cristalera latonada con cristal opal

La cristalera de la entrada acompaña al huésped hasta el espacio principal de la habitación a través de las luces y sombras que se generan. Detrás de la mampara se oculta el baño, compuesto de una cabina para el inodoro cerrada y un espacio de lavabo y ducha que, al usarse, deja las gotas de agua sobre el cristal como pequeñas perlas doradas.

Espacio principal de la habitación

La zona central de la habitación está presidida por un techo curvo en forma de cúpula con unos motivos geométricos dorados que se deslizan por una esquina bajando por el cabecero. El estilo art-decó de este espacio es un tributo a la época original de edificio, haciéndose presente a través de estas evocaciones. La zona resulta muy acogedora y esta sensación se logra gracias a elementos como el terciopelo, los tejidos suaves, el pavimento y la luz, obteniendo un área recogida que se separa del mundo exterior y protege.

Vista del techo en forma de cúpula

La distribución de las habitaciones, como hemos visto anteriormente, marca una clara distinción entre dos espacios tanto a nivel distributivo como material: un acceso más sobrio conseguido gracias al granito, la madera, el cristal y el dorado; y un espacio de habitación más soft con el dorado y la madera como protagonistas principales. Un papel con sellos antiguos de correos hace un guiño a la vida pasada del edificio como oficina de Correos.

Espacio de estar en una de las habitaciones

El spa situado en la planta sótano es el pequeño tesoro del hotel. Dotado de sauna, baño turco, vitality pool con camas de agua y duchas de sensaciones y aromaterapia que permiten relajarse en el centro vital de una ciudad. Las duchas juegan con la luz de fondo y generan sombras y contraluces a modo de teatro chino.

Zona de spa

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